viernes, 26 de febrero de 2010

LA AGRICULTURA ANDINA

VISIÓN ANDINA DEL MUNDO

En el tratamiento intelectual de este tema tenemos que ser cuidadosos en el uso de términos y conceptos escolarizados occidentales con el cual, lamentablemente, está formado nuestra manera de comprender el mundo. Sobre todo los técnicos muy fácilmente caemos en este error. No es posible hablar, comprender y practicar la agricultura andina con los conceptos del occidente moderno, porque en su concepción seminal ambos están totalmente separados y generalmente opuestos, razón por la cual la aplicación del concepto tecnológico occidental de agricultura, en estas tierras, usualmente ha fracasado. Y como resultado se ha ahondado más la crisis moral, social y económica, creándose polarización socio-económica en la sociedad andina contemporánea.

Entonces no podemos hacer la extensión de agronomía, por analogía de términos, para hablar de agricultura andina. La agronomía moderna es una ciencia que estudia y desarrolla las técnicas de producción y administración económicamente más eficientes para hacer rentable esta actividad. Esto, en su interno practica el pragmatismo o la racionalidad instrumental de medios y fines de lucro económico individualizado. Para el efecto se practica la competencia desmedida y destructiva que poco a poco establece, en lo local y a nivel mundial, diferencias cada vez más abismales entre pocos ricos y muchos pobres. Y con ello se desea resolver, irónicamente, el hambre del mundo.

A diferencia de ello, la agricultura andina es un modo de vida, que por sus propios principios seminales, salvaguarda en su práctica el equilibrio integral de su mundo y del universo.

La unidad celular de la agricultura andina es la chacra (Chaj’ra = chakra) que enmarca el compromiso de los runas (humanos) con la crianza de mundo. La crianza de la vida en la chacra es el compromiso del runa con la naturaleza, con su comunidad humana, con la comunidad de sus deidades y con la comunidad de las constelaciones de la pacha. Sin la conversación práctica y ritual con ellos no es posible tener el éxito extensivo e intensivo agrícola en el paisaje andino.

Todos los runas estamos en el deber de llevar en nuestra mente, día a día, que hasta hace 500 años, en el paisaje andino se había logrado, por vez primera en el mundo, la SEGURIDAD ALIMENTARIA de la sociedad andina con su modo de concepción del universo. Esto es, por propia naturaleza pertinente a la vida andina. En consecuencia, todos los runas tenemos que orientar nuestra visión hacia ese objetivo: recuperar nuestra capacidad de seguridad alimentaría andina.


LA GÉNESIS DE LA CHACRA ANDINA

Hace más de 10000 años los primeros hombres andinos develan en su modo de ser la noción de crianza a través del chaqo (chaco). El chaqo es la primera conversación entre nuestros ancestros y las otras tres comunidades del mundo andino. Desde el primer momento hasta el presente su éxito sostenido radica en esta fina conversación entre los miembros de la pacha andina. De este modo cumple su rol fundamental de limpieza, refrescamiento y redistribución de la vida a los miembros activos de la pacha, en salvaguarda del equilibrio que es innato a su modo de ser del mundo andino.

Otro modo de crianza más densa surge con la chacra, y con ésta la agricultura de crianza de plantas y animales. Por eso, hasta el día de hoy, y por siempre, hacer y tener chacra significa la crianza integral de la vida. Todo aquello que nosotros cultivamos en la chacra y en el chaqo vinieron a este mundo (Kay Pacha) sólo prestados para criarlos y tratarlos con mucho cariño día a día. Ellos han venido desde el corazón de la Pachamama para salvaguardar el equilibrio en el mundo. Si los maltratamos, la Pachamama se los recogerá y se irán a vivir en sus adentros, y vendrá el fin de los runas con el hambre y la muerte.

Todo lo que tenemos aquí en la tierra, los cuales nos sirven como alimento material, espiritual y protección, ha venido y ha sido traído con mucho cariño. Su alimento es el cariño y la atención que les brindamos a diario. Exige la comprensión y armonía entre los hombres, y esto es la garantía de su abundancia.

La concepción como entes vivos, que tienen vida, de todo lo existente en el universo, abre una luz insospechada en la vida de cultura andina. Es casi imposible, en las condiciones del paisaje andino, hacer agricultura natural sin una visión de mundo viviente y holístico. Y es mucho más profundo en su capacidad de simbiosis con la naturaleza, en su compromiso de valoración y moral humana, que le es ‘genéticamente’ pertinente a todo cuanto existe en el universo. Esto es considerar a todo como persona con la voluntad de ser criado y con capacidad de criar el equilibrio del mundo a través de la siembra emotiva de reciprocidad, redistribución y comprensión como factores fundamentales de la prosperidad y abundancia que le corresponde a la vida del paisaje andino.

El hecho de tener atributo de persona todo lo existente en la vida de este mundo, abre las capacidades de conversación, requisito fundamental, para hacer agricultura en estas condiciones de clima y paisaje micro heterogéneo y microversátil, lo que a su vez lleva al hombre andino a considerarse parte pertinente a todo el pacha.

En lo profundo de su ser el agricultor andino lleva la responsabilidad de ayudar permanentemente a la madre tierra la gestación de la vida. La madre tierra nos alimenta con sus frutos como reciprocidad a nuestros buenos actos de runas (persona humana con responsabilidad en la pacha) en la crianza de la vida.


ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DE LA AGRICULTURA ANDINA

El hecho de lograr una cosecha abundante en condiciones de suelos, y climas dificultosos (enojados o caprichosos) no es que, en esencia, se deba a la tecnología o saber aplicado por el hombre para estas condiciones; sino es más bien la capacidad de conversar y haber logrado alcanzar la mutua crianza entre el clima y suelo, y en ese periodo, para hacer la vida abundante. De manera que la prosperidad de la agricultura andina tiene como base la práctica permanente de conversación y crianza en un mundo de vida cíclica versátil.

En un mundo agrícola cíclico no existe como etapas lineales cancelatorias el pasado, presente y futuro. Nuestro futuro es nuestro pasado de abundancia y prosperidad.

Entonces esta manera de ser en la visión del mundo del hombre andino, hace que no se perciba suelos, climas ni cultivos malos; sino a cada especie o variedad de planta le corresponde un determinado momento de clima y suelo. Para el efecto, esta práctica de agricultura es de plena y aguda conversación con todos los chacareros. Los ancestros cercanos y parientes lejanos de las plantas cultivadas, nos dicen acerca de un suelo, o estado del mismo, apropiado para la siembra; nos conversa acerca del clima que corresponderá a esa campaña agrícola. Sin estos elementos no es posible hacer una agricultura exitosa en el paisaje andino.

Una característica fundamental de la agricultura andina es la siembra de variedad de una especie de cultivo e incluso asociado con otras especies. Y su sustento está en la matriz de la concepción de la agricultura. Esto es la crianza de la vida de la comunidad en su totalidad.

En el fondo, todos somos una familia y personas con responsabilidades de gestar la vida en armonía permanentemente en la pacha. Así, cada variedad de papa que participa en una campaña de un determinado suelo y clima está cumpliendo un rol para mantener el equilibrio del mundo en prosperidad.

La rotación de cultivos es para la agricultura andina como el oxígeno para la vida de los animales. Esta es la base de la estabilidad de la sociedad humana y de la naturaleza que se gesta y se cría desde la chacra. Su práctica espacial y temporal rejuvenece la vida del paisaje y guarda el equilibrio en la vida de los runas. Es la que, por propia práctica, gesta la seguridad alimentaria y evita también la aparición de plagas, enfermedades y carencias nutricionales.

A los microsuelos y climas tan diversos y versátiles, también les corresponden distintas expresiones de las herramientas de labranza y cultivo. Es anti andino pensar en un único modelo de herramienta para todo el paisaje o para todos los climas. Cada familia, con lo particular de cada una de sus chacras, afina su modelo de herramienta. Así podemos encontrar una diversidad "infinita", en el tiempo y espacio, de modelos de chaquitacllas, takarpus, lajwiñas, zapas, cutis, etc. Asimismo los componentes de la herramienta que entran en contacto directo con la mano del hombre, se van develando poco a poco en el paisaje natural (sallqa, monte); y es criado y cuidado por el agricultor hasta que alcance el estado de madurez pertinente a la herramienta que se requiere tener.

Ser agricultor andino próspero no se aprende en 5 años de academia de tecnificación y profesionalización, si no que se aprende desde nuestra estadía en el vientre de nuestra madre; y cuando nacemos nuestros apus nos hacen la entrega de nuestra responsabilidad de criar la chacra que guarda el equilibrio productivo y redistributivo del mundo. También nuestros padres desde que somos niños nos encaminan a una vida chacarera de hombres hacendosos y responsables de criar la vida.

Parte de nuestros juegos infantiles es dedicado a la vida chacarera en miniatura. Nuestros padres nos dotan de herramientas cuyo tamaño es apropiado a nuestra fuerza y edad. Así, estas herramientas se constituyen en nuestros juguetes con los cuales jugamos y nos entretenemos, desarrollando a su vez nuestra creatividad, en tanto desempeñamos a su vez una labor pertinente a nuestra edad. Cuando somos jovencitos (mallqos) entramos en contacto con las herramientas maduras para el trabajo de la chacra.

Sin invocar su ayuda de nuestros apus (deidades) y ancestros no es posible hacer una chacra de abundancia. Tenemos que conversarle, preguntar y pedir su permiso para iniciar el trabajo. Son ellos quienes tienen mucha más experiencia que nosotros en este don de hacer chacra. Son quienes, mejor que nadie, nos puede aconsejar para logra una cosecha exitosa.

La fiesta en la chacra y para la chacra es otra característica de la vida chacarera andina. Tanto en lo ritual así como en lo festivo es en la chacra donde se hace la fiesta. Esta comparte la comprensión y la alegría entre todos los miembros chacareros. Es el momento para invocar ayuda y agradecer por todas las ayudas recibidas.

El que hace chacra no pasa hambre ni mucho menos puede morirse de hambre. En la chacra, si se trabaja, siempre hay para cosechar. Si no se sabe hacer chacra, o se hace mal, entonces todo runa es susceptible de ser alcanzado por los ciclos de hambruna que en el mercado occidental moderno se suscita y viaja por el mundo como una ola atacando a los más débiles y susceptibles a la sociedad. La chacra nos da fuerza, nos hace resistentes a la hambruna.

En la agricultura andina no existe el concepto de maleza (planta inútil y perturbadora de los cultivos). Todas las plantas acompañantes cumplen la función de alimento para los animales o rol medicinal. Ellos tienen su tiempo y espacio de acompañar a las plantas cultivadas, sin perturbarle su desarrollo actual y asegurando también la próxima campaña productiva del suelo.

Otra característica propia e inseparable de la agricultura andina es la pesca andina. El término huano y challwa liga a la chacra y a los chacareros hacia nuestra qochamama (madre mar). Ella nos da el abono para la chacra y nos alimenta con las challwas (peces). Es más ella nos envía la vida año a año mediante sus nubes que se convierten en lluvia que fertiliza a la madre tierra. Así, el éxito de la prosperidad de la sociedad andina está en mantener cuidadosamente la ciclicidad de este mundo, contribuir retroalimentándolo es asegurar la fertilidad del mundo. Es extremadamente peligroso para la vida de la comunidad andina romper o perturbar el carácter cíclico de este mundo. Su ruptura trae hambre, miseria tanto en lo material y lo espiritual. En este momento estamos viviendo esta perturbación que ha sumido gran parte de nuestro paisaje en lo que llama el Occidente como subdesarrollo. Se ha creado una extremada dependencia alimentaria y, en consecuencia, la dependencia económica traducida en forma de deuda externa.

Es obligación de los andinos de corazón recuperar la chacra andina como base de la abundancia de la vida en nuestro paisaje.

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