lunes, 5 de abril de 2010

origen de los Uros



ORIGEN DE LOS UROS


ETIMOLOGIA:


El término UROS proviene de la palabra aimara "QHANA URU", qhana quiere decir CLARO; uru significa DÍA, por lo tanto significa día claro.


"URI" que significa INDÓMITO, CHUCARO, BRAVO, por lo que los uros fueron URI URUS, es decir hombres indómitos, claros y salvajes, descendían de un grupo étnico llamado "QAPI", cuya lengua era el PUKINA, que se extinguió, actualmente los habitantes de los Uros hablan el aimara.


RECOPILACIÓN HISTÓRICA DE LOS UROS


La historia de los Uros auténticos se remonta hasta la prehistoria, es decir antes de la cultura incaica, antes del siglo V. JEAN VELLARD (etnólogo francés), realizó estudios sobre los uros en 1952, llegando a la conclusión de que los uros vivían en el lago Titicaca antes de los incas y los uros auténticos existieron hasta fines del siglo XVII, describe a estos seres como: "Es un mundo aparte, la vida libre de la recolección, los uros primitivos estaban convencidos que tenían sangre negra y por eso no se podían ahogarse ni sentir el frío del lago, las noches frígidas del invierno, ni las neblinas heladas que penetran a los hombres"


JEAN VELLARD Y JOSÉ MATOS, del Instituto de Estudios Andinos y de la Universidad Mayor de San Marcos (etnólogos), realizaron un estudio de: "La Historia de las costumbres de las mas viejas TRIBUS pre incaicas" y concluyen en que: " Los indios uros se distinguen del tipo común del indio andino, por la forma alargada del cráneo (dolicocéfalos), fueron los primeros en llegar al lago Titicaca desde el norte".


El arribo de los aimaras entre los siglos VI al XI, que fundaron la cultura TIAHUANACO, estrechó en las riberas del lago a los uros. En el siglo XII llegaron los "QUECHUAS", después de los aimaras que dieron la dinastía al imperio de los incas, que despojaron a los uros hasta las islas lacustres.


Desde entonces los uros quedaron dueños del agua y de los pantanos donde crece la totora, los uros se aferraron a la totora y llegaron a perfeccionarse en el aprovechamiento de la misma, conocieron las propiedades curativas de la totora, las propiedades de flotación de la raíz de ésta, aprovecharon como alimento, también emplearon para la Construcción de sus islas, viviendas y balsas (medio de transporte). Aprendieron el uso del "TIMÓN" y la "VELA" y se convirtieron en verdaderos fenicios del lago Titicaca.


La "SIMBIOSIS" uros-lago es perfecta, según las viejas crónicas "Los uros se alimentaban de la totora y de sus raíces, era el único sustento vegetal (Sip'i), complementando con peces, carne de aves y huevos. La raíz resecada reemplazaba al tubérculo la papa, la misma molida reemplazaba a la harina".


Según la revista "NUEVA YORK", que publica una interesante información sobre la etnología peruana:


"Los últimos vestigios de razas americanas primitivas de sur América sólo tienen menos de 200 representantes en tierra de fuego. La vieja raza de los uros en la riberas del Titicaca a 3835 msnm, una de las antiguas culturas peruanas que está también próxima a sucumbir". Los uros primitivos eran hombres bárbaros, aislados, sin limpieza, semidesnudos, por ello los aimaras les denominaban los "CHUCHI JAWSIRINAKA" es decir hombres que llamaban la granizada. Según CARLOS TOR, manifiesta sobre los uros:" Fue la primera ola civilizadora que se instaló en el altiplano, a la que siguieron los aimaras que fueron muy crueles en su conquista. Después de la invasión aimara, llegaron los "quechuas" al altiplano y ya en esos tiempos, los uros estaban casi diezmados y confinados a vivir en el lago Poopó (Bolivia).


SUMAQPERU.COM: Los pobladores de las islas de los Uros se denominan a sí mismos kotsuña, "el pueblo lago", y sus orígenes se remontan a épocas anteriores a los incas. Algunos estudiosos sostienen que provienen de una migración directa desde la Polinesia, y que constituyen un grupo humano con un origen independiente al que fue ocupando América del Sur. El grupo étnico, diferente de los aymaras y de los quechuas, es denominado de "Kot-suña", quienes antiguamente hablaban el Pukina.


Se piensa que el primer local donde se instalaron fue en las márgenes del Lago Uro-Uro, en lo que actualmente es territorio boliviano. Posteriormente, huyendo del asedio de los conquistadores incas, encabezados por Pachacutec se refugiaron el las islas flotantes. Los pobladores con el tiempo fueron perdiendo la pureza étnica, mezclándose con los quechuas y con los aymaras, habitantes de las márgenes del Lago Titicaca. En 1970, murió la última mujer uro. Por esto los habitantes actuales de las islas flotantes todavía practican algunas de sus tradiciones ancestrales, pero con significativa influencia aymara.


Se presume que el pueblo que habitó Los Uros descendía de los Pukinas, una de las comunidades más antiguas de América. Los Uros se consideran dueños del lago y del agua; además, dicen tener la sangre negra debido a lo cual no podían ahogarse ni sentir frío en las noches de invierno. Actualmente, existe un archipiélago de más de 40 islas, cada una de ellas habitada por 50 personas, siendo la Uros Chulluni la más grande. Otras como Santa María, Paraíso, Toronipata son las más visitadas por los turistas. En éstas hay escuelas, museos de posta médica, etc.


Sus habitantes se extinguieron hace más de medio siglo en Iru Itu, anclada en un oleaje de totoras, cerca de Anko Aké. Los uros del Titiqaqa ya no existen. Nunca más sus balsas surcarán el agua azul ni sus redes aprisionarán al suche de plateado vientre. Hoy sólo queda su espíritu atomizado en el lago navegable más alto del mundo.


Según sus leyendas ellos pertenecían a la primera tentativa de humanidad hecha por los dioses y se llamaban a sí mismos los kot'suns, los seres del lago. Su origen de mito motivó el desprecio de qechwas y aimaras que al mismo tiempo los veneraban y temían. Para sus vecinos los uros eran brujos de nacimiento, dotados de mágicos poderes. Algunos, como los ilakates, les llevaban ofrendas una vez al año para evitar la cólera de sus deidades protectoras.


El hecho de creerse prohombres los convirtió en parias. Los uros prefirieron la soledad de la puna al contacto de la civilización. Confinados en una isla de tiempo, su idioma, sus mitos y sus usos fueron los mismos de hace miles de años. Eran altivos y afirmaban ser los Kota Hake, los amos del pantano, en oposición a los terrestres o Wana Hake. Su extremo racismo les impidió unirse a otros pueblos.


Jean Vellard menciona su increíble fortaleza física. A 3800 metros de altura, sus mujeres andaban con los brazos y las piernas desnudas. Ningún sombrero las protegía del abrasador sol de la puna, del viento y del frío que trascendía las interminables noches de invierno. Las prolongadas sequías acortaron paulatinamente su ciclo vital. Los más jóvenes emigraron. Sólo quedaron los ancianos que no pudieron franquear la barerra de tradición que los marginaba.


"El tiempo ha sido malo", le dijeron a Vellard con profunda tristeza. "El frío ha aniquilado todo. Qué vamos a hacer. En los pantanos secos ya no hay suche, no hay más huevos de ave. Si este año no llueve moriremos."


La sequía ha terminado. En los últimos años el Titiqaqa ha vuelto a su nivel normal. La pampa del Desaguadero está llena de agua. Los pájaros y los peces han vuelto. Sólo los uros no volverán jamás. Jean Vellard, cuando fue Director del Instituto Francés de Estudios Andinos en el Perú, les hizo frecuentes visitas durante diez años, aprendiendo el idioma uro. En sus escritos se siente el alma de esta raza extinta en toda su poética grandeza.


"Nosotros no somos seres humanos", la voz metálica del uro Manuel Inta golpeó el tambor del aire hacíendolo pedazos. "Somos los kot'suns, la gente del lago. Antes de los Inkas, mucho antes que Ta Ti Tu, el gran Padre del Cielo, creara a los qechwas, aimaras y blancos, antes que el sol alumbrara el mundo, cuando la tierra se encontraba en media oscuridad, sólo iluminada por la luna y las estrellas, cuando el Titiqaqa se extendía hasta las últimas fronteras de la puna, nuestros antecesores ya estaban aqui."


"Nosotros no somos seres humanos, continuó. Nuestra sangre es negra y no podemos ahogarnos. No sentimos el frío cortate del lago en las noches de invierno. La húmeda niebla que penetra a los seres humanos y los hace morir no nos hace daño. Ningún rayo puede herirnos. No hablamos el idioma de los seres humanos y ellos no nos entienden. Somos un pueblo singular, muy antiguo, los kot'suns, el pueblo del agua."


Los uros vivían de la recolección, la caza y la pesca. Pero, en realidad, no eran auténticos pescadores. Nunca se internaron lago adentro aunque pescaban de noche, alumbrándose con antorchas que atraían a los peces. Recolectaban raíces dulces, huevos de paloma y pequeñas conchas comestibles. Los qechwas y aimaras no les dejaron dedicarse a la agricultura y estancaron su proceso histórico.


Los techos de sus chozas eran de paja y tenían la forma de una quilla. Alfombraban el piso con esteras de totora. Usaban una frazada de coloridos retazos para cobijarse. No conocieron la cerámica ni la textilería. Los hombres vestían camisa y pantalón de bayeta, una túnica de lana y sombrero de grandes alas. Hacían comidas en honor de los muertos, los enterraban de noche y quemaban sus ropas para alumbrar su viaje sin retorno.


Los muratos del Poopo, los uros del Desaguadero y una parte de los pescadores del Titiqaqa de mediados del siglo pasado, eran sus descendientes. Los llamados uros actuales viven en islas flotantes y conservan la forma de sus viviendas pero no hablan uro ni conocen sus creencias y costumbres.


Los verdaderos uros, de orgullosa estirpe, fundadores del mundo al decir de sus mitos, eligieron la soledad. Apegados al lago que les dio vida guardaron con celo su original cultura. Nadie pudo vencerlos excepto la muerte que ha borrado sus rastros de la faz de la tierra. Sus últimos años trascurrieron sin dejarse sentir en la altura inhóspita, donde poco a poco la estrella de tiempo que alumbró en su sangre se apagó para siempre.


Esta es una campaña cívica con los textos de Alfonsina Barrionuevo.

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